Visita de un poblado Himba en Namibia
Encuentro con la étnia Himba
Otro de los grandes atractivos de un viaje a Namibia fue conocer a la etnia de los himba.
La visita a un poblado himba es una de las mejores cosas que puedes hacer en Namibia.
Esta etnia, muy cercana a los “herero”, vive, todavía, de forma muy primitiva y básica. Son semi-nómadas, es decir, se desplazan con sus rebaños de cabras y no tienen un sitio fijo donde vivir. Se distribuyen por la árida región de Kunene al norte de Namibia.
Los himba han estado mucho tiempo aislados del mundo exterior y no han sido “contaminados” por otras culturas, cosa que actualmente está cambiando.
Los himba son polígamos y visten taparrabos, pero les gusta mucho ir bien provistos de abalorios decorativos; collares y pulseras. Se untan un ungüento de barro rojizo mezclado con manteca para protegerse del sol y de las picaduras de los insectos.
Los himbas tienen un aspecto salvaje y primitivo fantástico, son muy fotogénicos.
Nosotros hicimos la visita de un poblado himba desde Grootberg Lodge. Fuimos con un vehículo descapotable 4×4 con un guía que se conoce el terreno.
Tardamos varias horas en llegar y condujimos por una remota región por pistas salvajes, remontando el curso de un río, donde dicen que, de vez en cuando, se ven elefantes perdidos por allí.
Visitar la zona de Damaraland, donde habitan los himba, es uno de los sitios imprescindibles que visitar en Namibia.
El poblado de los himba estaba en plena naturaleza. Antes de llegar vimos unas chicas himba debajo de un árbol con varios niños. Nuestro guía les preguntó si podíamos visitar el poblado y supongo que dijeron que si porque nos acompañaron hasta allí.
Caminamos unos 10 minutos hasta llegar a sus chozas, donde vimos a muchos niños correteando por allí, mujeres sentadas plácidamente a la sombra; algunas con niños y otras haciéndose trenzas.
También salieron varios hombres para hablar con nosotros. Uno de ellos se presentó como el jefe del poblado, nos dimos la mano y nos hicimos unas fotos. Nos presentó a toda su familia y nosotros también nos presentamos.
Repartimos entre los niños globos de colores. El contraste del color de los globos con su tez profundamente marrón era fantástico. Estuvimos un rato jugando con ellos, hinchando globos y dejándolos deshinchar… esto les hacía mucha gracia…
La visita del poblado himba es una de las mejores cosas que hacer en Namibia con niños.
Tras un rato merodeando por allí y observando las maravillosas caras y cuerpos de aquellas mujeres, niños y hombres, tan exóticas y estéticas, aquellas cabelleras mezcladas con barro rojizo y aquellos peinados imposibles, nos enseñaron el interior de las cabañas.
Hechas con adobe y excrementos de animales, en su interior había un pequeño fuego que desprendía una humareda insoportable… para ellos es algo habitual que les protege de los insectos, pero para nosotros no, y aguantamos poco tiempo allí. Los himba viven anclados en el tiempo.
Sus costumbres e infraestructuras no han evolucionado en milenios. No tienen nada de tecnología, por no tener, no tienen ni agua corriente, ni electricidad. Parece increíble que en pleno siglo XXI haya gente que aún viva de esta manera…
Nuestro guía, reunió a varias chicas, como si fueran vacas y las puso en formación dándonos la cara. El chico tomo una barita de madera y empezó a explicarnos cosas acerca del aspecto de las chicas; sus peinados, sus ungüentos, sus abalorios, etc. También nos explicó cosas acerca de la cultura himba.
Fue, como una clase de antropología al aire libre y con personas vivitas y coleando, en vez de pizarra o pantallas electrónicas.
Las chicas aguantaron sin rechistar… la situación fue un poco violenta y machista, pero los himba y muchas otras etnias están a años luz de la igualdad entre géneros…
Estuvimos todo el rato que quisimos por allí, haciendo fotos e interactuando con los himba. No hablaban ni una sola palabra de inglés, así que nos comunicamos por signos.
En un momento dado, todas las mujeres se sentaron en el suelo formando una redonda y sacaros objetos artesanales para mostrárnoslos y vendérnoslos. Estuvimos negociando con ellas el precio de algunos objetos, al final les compré una figurita de madera tallada y un collar metálico con caracolas blancas marinas.
Es curiosa la fijación que tienen los himba con las conchas marinas. Es un objeto que les encanta y lo valoran mucho, no solo por su belleza, sino porque para ellos es difícil de conseguir, no se encuentran en su territorio de interior.
La excursión a un poblado himba es, sin duda, una de las mejores cosas que ver en Namibia.
Para finalizar la visita, y a modo de despedida, todos los himba, mujeres y hombres, se pusieron a bailar una danza tradicional. Las mujeres y hombres cantaban y aplaudían de forma repetitiva y muy primaria, mientras iban saltando al centro, de una en una, para patalear el suelo de forma arrítmica, levantando las manos y el polvo.
Fue un momento divertido, se notaba que les gustaba el jaleo. Nos animaron para que saliésemos al ruedo, pero no nos atrevimos. Hacía un calor insoportable y estábamos un poco abrumados por todo aquel ambiente tan salvaje.
Ya cuando nos íbamos, los niños y algunos chicos quisieron ver algunas de las escenas que habíamos grabado con el Ipad.
Fue una situación surrealista, un aparato de tecnología punta en medio de todos aquellos pequeños himba, anclados en la prehistoria… son los maravillosos contrastes que nos ofrece nuestro planeta Tierra.
Fue divertido también ver a mi hermano Kike, con su tez blanca y calvo, en medio de aquel coro de niños de piel tan oscura.
Era como el yin y el yan. Me recordó a la escena en que Stanley, tras pasar dos años buscando a Livingstone por todo África, llegó a Ujiji, a orillas del Lago Tanganyika y viendo a un europeo blanco, en medio de todos los locales de raza negra, le preguntó; “Usted debe ser el doctor Livingstone, supongo…”
El regreso a Grootberg Lodge transcurrió de nuevo, por el cauce de un río seco. Hicimos una parada para comer un picnic al lado de una de las charcas que había en este curso fluvial, bajo un gran árbol. Nos podía haber salido una serpiente por cualquier lado, afortunadamente no ocurrió.
Nuestro hotel en la región himba
Estuvimos alojados en Grootberg Lodge. Este fue uno de los mejores alojamientos en donde he estado en toda mi vida. No solo porque el Lodge en si es muy chulo y bonito, sino por la ubicación.
Está montado en la ladera de un escarpado, justo delante del cañón de Grootberg, con unas panorámicas espectaculares. Sencillamente impresionante.
Las habitaciones son tipo bungalow, son muy completas, con grandes camas de matrimonio, baños privados en cada habitación, terraza panorámica, etc.
Está ubicado en medio de la nada, lo que lo hace más salvaje. Su construcción está hecha con materiales que lo integran en el entorno.
Destaca, en la terraza común, una pequeña piscina de un color azul intenso, con uno de los bordes que cae al infinito. Y el baobab que crece en medio de la terraza, sencillamente, precioso.
El Lodge organiza salidas para ver a los himba y salidas de safari para ver a los elefantes del desierto.
Grootberg Lodge es, sin duda, un alojamiento que dará un salto de calidad en vuestro viaje a Namibia. Una elección super recomendable.