Excursión a Abu Simbel
¿Cómo es la excursión a los templos de Abu Simbel desde Asuán?
Sobre las 02:00 de la madrugada nos sonó el despertador. Nos duchamos rápidamente y nos presentamos en la recepción del barco. Estaban allí preparadas todas las cajas de picnic de nuestros desayunos.
Hoy íbamos a hacer la excursión a los templos de Abu Simbel por carretera, en autocar. Estos se sitúan a 280 km de Asuán, así que la ida y la vuelta son aproximadamente 560 km, unas 3 horas por trayecto.
Si a eso le sumamos el hecho de que intentábamos evitar las peores horas de sol, teníamos que hacer esta expedición irremediablemente muy temprano…
Por otro lado, esta excursión es una de las más peligrosas que se hacen en Egipto, ya que se transita por una remota carretera que va por el medio del desierto nubio, ya muy adentrado en territorio continental, fuera del control directo de las autoridades, y es por aquí donde hay más posibilidades de ataques de grupos extremistas a autocares turísticos.
Como medida de protección contra esta amenaza, en todos los autocares va un militar con una metralleta y el autocar es custodiado, en parte del trayecto, por un convoy armado.
El trayecto de ida se nos hizo bastante rápido ya que era oscuro y todos íbamos dormidos. Yo iba mirando por la ventana de vez en cuando para ver si podía ver algo de paisaje, pero no se hizo de día hasta prácticamente la llegada a Abu Simbel.
Los templos de Abu Simbel se hicieron mundialmente famosos en 1968, cuando fueron trasladados, piedra a piedra, desde su ubicación original (210 metros más allá del río y 65 metros más arriba), a un promontorio que se alza sobre las aguas del recién construido Lago Nasser y a salvo de ser anegadas por este. La revista National Geographic publicó un especial de esta obra de ingeniería moderna, comparable a los proyectos de los antiguos egipcios.
Así que los templos de Abu Simbel (el de Ramsés II y el de Nefertari) que se visitan hoy en día, no se encuentran en su ubicación original, pero tanto da, resultan imponentes igualmente…
La visita de los templos de Abu Simbel es una de las mejores cosas que hacer en Egipto
Llegamos caminando hasta el frente del templo de Ramsés II y nos quedamos todos boquiabiertos… una fachada excavada en la roca de 33 metros de alto y 38 metros de largo, con cuatro colosos del faraón sentados nos esperaban, pacientemente.
El rey está allí, sonriente, en su trono, con la doble corona del Alto y del Bajo Egipto, mientras que a sus pies figuran sus súbditos (princesas y príncipes, la reina madre y la gran esposa real, Nefertari), mucho más pequeños y en posición de pie.
Estos templos se construyeron a modo de frontera, al borde del río, la vía principal de comunicación, aún hoy en día, para marcar territorio con las tribus nubias del sur.
Los egipcios grabaron en estos templos bajo relieves que explican las conquistas militares de sus faraones, para amedrentar a los extranjeros y demostrar el poder que tenían.
Nos estuvimos haciendo fotos con los 4 colosos de 22 metros, tres de los cuales están en buen estado, pero otro solo se conserva bien de cintura para abajo. La parte superior está derruida, a sus pies.
El interior del templo también estaba excavado en la roca. Podemos ver una sala hipóstila de 18 metros de longitud y 16 de anchura cuyo techo está sostenido por ocho pilares osiríacos sobre los que se apoyan otros tantos colosos, cuatro a cada lado que representan a Osiris con los rasgos de Ramses II.
Se dice que la construcción de este templo fue planificada de manera que, dos veces al año, cuando el sol salía por el horizonte, sus rayos penetraban por la puerta y tras proyectarse en la gran sala de ocho columnas, la segunda sala, el vestíbulo y el santuario, incidían en las cuatro estatuas del nicho de la parte posterior que se iluminaban por completo.
Hoy en día, al haber cambiado su ubicación, esto ya no ocurre. Estoy seguro de que esta leyenda inspiró a los creadores de Indiana Jones, en alguna de sus tramas…
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Había en la entrada del templo un vigilante muy relajado con una llave gigante con la forma del símbolo de la vida egipcio, una especie de cruz con la cabeza redonda, que nos dejó para hacernos una foto.
Fuimos a visitar el otro templo, de la misma época que el de Ramses II. Este templo está dedicado a la diosa Hathor y a la reina Nefertari. La fachada está compuesta por seis colosos de pie de unos 10 metros de alto.
Las de los extremos representan a Ramsés II y las centrales a su esposa favorita, Nefertari. Todas son del mismo tamaño. Todas están con el pie izquierdo adelantado, en actitud de marcha y enmarcadas en grandes jeroglíficos labrados en la piedra.
El interior del templo es pequeño y también estaba excavado en la roca. Está compuesto por la puerta de acceso, la sala hipóstila con columnas ricamente decoradas con pinturas, un vestíbulo y el santuario.
El conjunto es magnífico y colosal. Recuerdo en mi primer viaje a Egipto, en el que, además del crucero por el Nilo hicimos también el crucero del Lago Nasser, como nuestra moto nave se quedó anclada justo delante de estos templos y pudimos visitarlos al atardecer, completamente solos.
Pudimos ver en aquella ocasión, el espectáculo de luces y sonido. En este último viaje, la visita ha sido por la mañana, temprano. Justo cuando concluíamos nuestra visita, empezaron a llegar autocares y el recinto se llenó considerablemente, además empezó a apretar el calor, que aquí era bastante más intenso que en las otras zonas de Egipto donde habíamos estado.
Emprendimos el camino de regreso a Asuán. En esta ocasión pudimos ver un poco de paisaje por las ventanas. Era un secarral todo aquello. Solo se veía de vez en cuando algún pastor perdido con cuatro cabras o algún rebaño de camellos salvajes merodeando por allí.
Nosotros íbamos cómodamente en nuestro autocar con aire acondicionado y nuestro picnic. Más de uno se volvió a dormir, llevábamos unas horas mal dormidas en el cuerpo, así que al final caímos casi todos…