Visita de la estupa de Boudhanath en Katmandú

Boudhanath, un lugar de peregrinación para los budistas tibetanos

La visita de la estupa de Boudhanath en Katmandu es una de las cosas que más nos gustaron de nuestro viaje a Nepal.

La gran estupa tiene un origen incierto, pero los expertos lo datan en el reinado de Manadeva (464-505) o Sivadeva (590-604). Hay una leyenda que dice, a cerca de su origen, que una pobre mujer se acercó al rey para pedirle un terreno para construir una estupa. El rey le dijo que le concedería el terreno que cupiese dentro de la piel de un búfalo. La mujer, entonces, cortó a tiras la piel del animal y formó un gran circulo, que se supone es donde se asienta actualmente la estupa de Boudhanath.

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Entrando a la plaza donde se encuentra la gran estupa de Boudhanath

La estupa sobresale por encima de los edificios cuando se mira desde lejos y ejerce una gran influencia urbanística a su alrededor. Si se observa una vista aérea de la zona (con Google Maps, por ejemplo), verás cómo los sencillos edificios que dan a la estupa están dispuestos en forma circular.

El barrio de Boudhanath es uno de los principales lugares de interés para saber qué ver en Katmandú.

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Visto desde arriba, se aprecia como la estupa ha condicionado el barrio de Boudhanath

Se entra al recinto de la gran estupa por un callejón. Solo entrar te encuentras de cara la gran construcción de un blanco impoluto (la encalan cada año). Se respira un buen ambiente, ajetreado por la cantidad de gente que viene a rezar, pero también por los pequeños comercios de artesanías y cafeterías que se han abierto en la plaza. Es un reclamo turístico de primer orden en la ciudad, así que la afluencia de extranjeros ha aumentado en los últimos años.

Durante todo el día se pueden ver peregrinos deambulando, haciendo rodar los cientos de molinillos de oración mientras dan 3 vueltas a la gran estupa, pero cuando el lugar adquiere más magia, es cuando se pone el sol.

A esas horas, vienen los tibetanos a rezar y hacer sus plegarias a Buda. En todo el recinto se respira un misticismo fantástico, envuelto en los olores del incienso, la luz del ocaso, los sonidos de los mantras y el hondeo de las banderitas multicolor que cuelgan de la estupa.

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Peregrinos tibetanos acuden a rezar
lateral de la gran estupa lleno de comercios

La gran estupa es una construcción clásica, llena de simbología. Es muy interesante tratar de descifrar cada uno de sus elementos para comprender mejor el universo budista.

Estos son los elementos clásicos de una estupa budista.

1.

La base de la gran estupa está compuesta por tres grandes plataformas en forma de cruz, que van disminuyendo en tamaño a medida que se va acercando a la cúpula. A continuación, hay dos grandes plataformas circulares que soportan la gran cúpula de la estupa. Toda esta área representa la Tierra.

2.

Seguidamente, veremos la cúpula, que representa el Agua.

3.

Justo encima de la cúpula veréis un cajón o cubo cuadrado dorado, con los ojos de Buda, en cada uno de sus cuatro lados. Esta zona simboliza el Fuego.

Entre los ojos de Buda podremos observar un signo de interrogación parecido a una oreja. Dentro de este, veremos el carácter que en nepalí significa “1” y que representa la Unidad.

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Seguidamente veremos una forma piramidal, también dorada, con 13 estratos, que simbolizan los niveles que hay que superar para alcanzar el Nirvana.

5.

Por último, en lo más alto de la estupa encontramos una especie de gorro o sombrilla que simboliza el vacío del Universo.

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Paseando alrededor de la estupa
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La estupa, un Universo en miniatura
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Los ojos de Buda

Otra de las cosas interesantes de esta estupa es que se puede acceder a las plataformas circulares que dan a la cúpula y pasear por allí hasta prácticamente tocar el pináculo sagrado, cosa que, en otras estupas, no es normal.

Mientras nosotros estuvimos allí, tuvimos la suerte de coincidir con la visita de un Lama al recinto. Nuestro guía averiguó quien era, pero no me lo apunté y no os sabría decir su nombre, pero era un pez gordo del budismo porque había mucha expectación.

Mientras esperábamos su llegada, varios monjes tibetanos, ataviados con sus mejores galas y unos sombreros trompeteros fantásticos, hicieron un precioso mandala en el suelo con flores naranjas y engalanaron una capilla, también con increíbles guirnaldas de flores de un intenso color amarillo y naranja.

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Monjes budistas esperando al Lama
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Espectaculares sombreros tibetanos
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Una mandala en honor al Lama
Expectación por la llegada del Lama

De pronto, llegó en un coche rojo que aparcó justo delante de esa capilla y del cual bajó un monje (el Lama) al que cubrieron rápidamente con una sombrilla ricamente decorada. Se metió en esa capilla y estuvo un rato rezando.

Seguidamente, el Lama salió de la capilla, pasó por encima del mandala, destrozándolo, y subió las escaleras del Tamchen Gompa, para meterse en su interior.

En ese momento, todos los monjes que estaban esperando, le siguieron y se metieron también en el pequeño templo.

Nosotros estábamos allí, en medio de todo aquel gentío, intentando entender que pasaba y tratando de no molestar mucho.

Todas las miradas de los monjes y las pequeñas interacciones que tuvimos con ellos fueron de muy buen rollo, todos sonreían y se mostraban acogedores.

Incluso nos invitaron a entrar al templo para presenciar la sesión de rezos del Lama, cosa que hicimos encantados.

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El Lama cuyo nombre desconozco
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Entrada al templo Tamchen Gompa
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"Siete años en el Tibet"
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Imagen de Buda de Tamchen Gompa

Fue como meterse en la película de “Siete años en el Tibet”, había varias trompetas gigantes sonando ruidosamente, murmullos en forma de mantras, incienso, humaredas… todos sentados en el suelo, con el Lama en un estrato superior, meditando. Fue un momento muy auténtico, los únicos occidentales en aquel recinto éramos mi mujer y yo…

Salimos antes de que se terminara la ceremonia e hicimos rodar el molinillo gigante de oración que hay a un lado de la entrada del Tamchen Gompa.

Estuvimos observando la estupa desde el balcón elevado de este templo. Otro elemento que destaca en la estupa son la cantidad de banderas de oración que hay, desde aquí se veía una selva de banderas impresionante. El efecto era precioso.

Estuvimos un rato más deambulando por allí y respirando el ambiente tan bonito que había. Seguidamente fuimos a una tiendecita de artesanía que ofrecía mandalas hechos a mano. Estuvimos rebuscando entre su stock y encontramos uno que nos gustó mucho y lo compramos.

La visita de la estupa de Boudhanath es una de las visitas más recomendables que hacer en Katmandú.

Un artesano pintando un mandala