Visita a Pashupatinath en Katmandu
Pashupatinath, un lugar sagrado para los nepalís
En Pashupatinath se encuentra el templo hindú más importante del mundo dedicado a Shiva (y eso que hay unos 250…). El templo en sí, a pesar de ser uno de los más antiguos de la ciudad, y alojar el sagrado shivalingam (falo de Shiva), no es diferente a otros; tiene forma de pagoda nepalí y su techo tiene dos niveles decorados con intensos dorados.
Lo extraordinario de este recinto es que está ubicado a orillas del río Bagmati. Este río, afluente del Ganges, recorre todo el Valle de Katmandú y es sagrado tanto para budistas como para hindúes.
Aquí, en los ghats de Pashupatinath se hacen las cremaciones, al igual que en Varanasi (India), de los cuerpos que han sido abandonados por sus almas, para devolverlos a la madre tierra, en forma de cenizas, a través de las aguas sagradas del río Bagmati.
Pashupatinath es algo indispensable para ver en Katmandú en sólo 3 días. Seguro que no os dejará indiferentes.
Nuestro guía nos llevó directamente a la vertiente que se encuentra al otro lado del río del templo. Desde aquí, las vistas del recinto son fantásticas y permite ver la ceremonia de la cremación desde una distancia prudente y respetuosa.
Para acceder a esta zona elevada tuvimos que subir unas escaleras anchas llenas de monos, muchos de ellos se perseguían y se peleaban, ajenos al misticismo del lugar. También vimos muchos “sadhus” o santones, con sus rastas y sus cuerpos escuálidos y pintarrajeados. Nos explicaron que merodean por aquí en busca de limosnas a cambio de bendiciones.
Yo me senté con uno de ellos un rato, para ver si hacíamos migas, pero no nos entendimos muy bien… Más arriba había una pequeña capilla con 4 “sadhus” pintados y maquillados, como si fueran a hacer una función de circo, muy graciosos. Mi mujer se sentó en medio de ellos y le hice alguna foto divertida.
Finalmente nos detuvimos en unas gradas de piedra que dan al río, donde estuvimos un buen rato observando las cremaciones. Fueron unos momentos muy intensos, que recordaré toda la vida.
Hubo varias cremaciones mientras permanecimos allí. Las familias se reúnen en el ghat, en torno al cadáver, los hijos del fallecido se rapan el pelo al cero y las mujeres lloran al difunto.
Algunos miembros de la familia lavan el cuerpo con el agua sagrada (y contaminada) del río para purificarlo. Seguidamente, tras varios rituales más, lo ponen encima de la pira y el hijo la enciende. Tras 4 ó 5 horas quemando, el cuerpo se reduce a cenizas y las basan al río.
Esta ceremonia, tan trascendental para nosotros, pero tan aparentemente rutinaria para los hindúes, se repite aquí diariamente desde hace miles de años.
Pashupatinath, como he comentado anteriormente, es el equivalente a Varanasi para los indios. Aquí, es en versión reducida, pero la esencia es la misma. Benarés es a lo bestia, con 8 kilómetros de ghats y decenas de piras funerarias ardiendo al mismo tiempo… es un espectaculo dantesco, pero real como la vida misma…
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Vimos por allí varios niños rebuscando en las aguas putrefactas del río, dicen que trozos de madera que no se han acabado de quemar, para llevarlos a su casa y utilizarlos como combustible.
La verdad es que Pashupatinath es una visita impactante, que te deja un poco tocado e impresionado, pero que considero es necesario conocerlo para entender mejor el universo hindú.